Cuando  Carlos III decidió nombrar  al clérigo  D. Basilio Sancho de Santa Justa y Rufina,  Arzobispo de Manila en 1765,  la organización y los preparativos  de tan largo  viaje se dilataron por espacio de casi dos años. 

La familia que le acompañaba estaba compuesta por cuatro sacerdotes pertenecientes a las Escuelas Pías y cinco personas más entre secretario, pajes y ayuda de cámara; todos ellos hijos de cónyuges cristianos viejos.

Entre otras cosas, el equipaje constaba de:
- 11 cofres de ropas pontificales de su uso y de su familia.
- 4 cajones de libros
- 3 cajones de chocolate
- 2 cajones de rosoli.
- 7 frasqueras de vinos y licores
- 16 barriles de aceitunas, manteca y anchoas
- 3 bizcocheras.
- 2 quesos de Parma.

Además de ropas y efectos personales, portaba el Arzobispo  mucho dinero en efectivo, ya  que el Rey había dado  orden el 16 de enero  para que el responsable del Real Tesoro en la ciudad de Cadiz, le entregara  la cantidad de 8000 pesos fuertes en talegas en tres cofres.

Los pasajeros, al igual que el equipaje, se repartieron entre dos navíos de la Compañía Oriental de Suecia, llamados  el Adolfo Federico y el  Luisa Ulrica que se hacían a la mar un  12 de febrero de 1767 rumbo al puerto de Macao. 

Quedaban cinco  meses de travesía hasta que D. Basilio pudiera tomar posesión de su cargo allá en Manila..... 

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