A propósito de la fiesta de la Comunidad A. de Castilla y León, hoy 23 de abril, paso a transcribir algunos párrafos de la dramática carta de despedida que Juan de Padilla escribió a su esposa María Pacheco  pocas horas antes de  ser conducido al cadalso.

Señora, si vuestra pena no me lastimara más que mi muerte, yo me tuviera por del todo bienaventurado...
Quisiera tener más espacio en que escribiros algunas cosas para vuestro consuelo, pero ni a mí me le dan, ni yo pretendo que haya dilación en recibir la corona que espero. 
Vos señora, como cuerda,  llorad vuestra desdicha y no mi muerte que, siendo ella tan justa, de nadie debe ser llorada. Mi ánima (pues otra cosa no tengo) dejo en vuestras manos; vos señora,  haced con ella  como con la cosa que más os quiso en este mundo.
A Pero Lopez, mi señor, no escribo porque no me atrevo. Y porque, aunque fui su hijo en osar perder la vida, no fui su heredero en la ventura. 
Mi criado Sosa, como testigo de vista de lo secreto de mi voluntad, os dirá lo más que aquí falta.
Y así quedo,  dejando la pluma y tomando  el cuchillo de vuestro dolor y mi descanso.
                                                                         Quien fue tuyo
                                                                                          Juan Padilla

La respuesta de la esposa en un tono trágico y lastimero, dudo que llegara a su destinatario por razones obvias. Mas bien  me inclino a pensar que el escribano obedeciera un encargo  para que ambos manuscritos se conservaran  juntos en los archivos. 

No sé, señor mío, si me lastimó vuestro billete más que las congojas en que me han puesto la sentencia de vuestra muerte y el sobresalto de su ejecución,  porque ningún otro alivio pudiera llegar a mi apretado corazón para que no reventara.
He quedado tal, que entiendo que es imposible que el desdichado punto que esperáis no sea el último de mi vida.
Y... por el postrer regalo que podéis hacerme, os pido señor de mi alma,  que de tal manera os dispongáis al trabajo presente que, poniendo los ojos en sólo Dios, los apartéis de cuanto pudiese causaros pena, yendo tan satisfecho de que haré lo que me mandáis como lo estuvisteis siempre de mi obediencia y amor.
Y porque no puedo pasar de aquí, me recojo al abismo de mi soledad y amargura.




Pero o Pedro Lopez era el padre de Juan de Padilla y había fallecido en 1518; sin embargo, esta carta que data de 1521, parece indicar que aún vivía en ese momento..........

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