ENSENADA (1ª parte)

El Marqués de la Ensenada, D. Zenón de Somodevilla, el superministro ilustrado que manejó los hilos del poder político y económico durante buena parte del siglo XVIII, gozó de la confianza de tres monarcas para  impulsar  reformas modernizadoras de todo tipo, incluídas las  fiscales. Su famoso Catastro, relación vecinal muy detallada que incluía  las  propiedades de cada cual así como  los ingresos y los gastos, no llegó a servir de la utilidad para la que fue concebido, si bien,  sigue siendo el punto de partida imprescindible  para todos aquellos que amamos el fisgoneo y las comidillas de la  Historia.

Inteligente, con sentido práctico y trabajador incansable aunque también tremendamente ostentoso, soberbio  y amante del lujo en  extremo, cultivó un modo  de vida difícil de mantener sin caer en la corrupción.
Un personaje, como casi todos, con luces y sombras que no resultó indiferente a nadie en los círculos de poder de su tiempo. Algunos de sus proyectos, conociendo el ritmo de vida al que se había acostumbrado,  invitan, incluso a día de hoy,  a dudar razonablemente de la intención con que los emprendía. Sirva como ejemplo la iniciación de las obras de navegabilidad  del río Tajo, no sabemos si con el fin de  facilitar el comercio o, simplemente,  para solazar a SS MM,  a quienes le interesaba tener de su parte, cosa que, por cierto,  no era difícil si mediaban agasajos.

 D. Zenón de Somodevilla, parece ser,  tenía por costumbre organizar recepciones en su casa todos los jueves y domingos, a las que asistían las figuras mas influyentes de la corte. Ministros, altos cargos, confesores, obispos, militares y grandes damas gozaban de los más exquisitos manjares, vinos y licores tanto nacionales como de importancion, sin reparar en gastos.

Soltero, sin descendencia, frecuentó la amistad del eunuco favorito de Bárbara de Braganza, Farinelli, a quien el pueblo madrileño apodaba "el capón". Juntos convirtieron el palacio del Buen Retiro en escenario donde las cantarinas traídas de Italia expresamente,  representaban las más  grandiosas óperas  acompañadas por espectáculos de luz desconocidos hasta el momento. 

Cuando se practicó el embargo de bienes a Somodevilla, tenía en su poder 500 arrobas de chocolate labrado  y 600 tercios de tabaco (3600 arrobas ) de todas calidades, valorado este último en 225.000 pesos ( unos 4,5 millones de reales de vellón), así como buena cantidad de aceite, abadejo, garbanzos.....y perniles de Francia y de Galicia, lo que da idea de sus exquisitos gustos y de los numerosos invitados que se sentaban a su mesa. 

Abuso   de poder,  intrigas palaciegas, falsedades en documentos, gasto de dinero público a espuertas, enriquecimiento desmedido, megalomanía ...... ¡qué más da!, el domingo 21 de junio de 1754, Fernando VI, muy a su pesar,  ordenaba su detención, destierro a Granada y embargo de parte de sus bienes. Y digo de parte porque, en efecto, le fueron incautadas joyas, pinturas, relojes, género de China, objetos de filigrana, vajillas etc...  por valor de casi 16.000.000 de reales de vellón, quedando sin cuantificar todo aquello  que se le permitió seguir poseyendo y disfrutando. 

Su inesperada caída no  sirvió, ni mucho menos, para templar su soberbia. Vivió  el exilio, dorado, sí, pero exilio, en Granada  y más tarde en el Puerto de Santa María. 
Con Carlos III, de nuevo volvió a la corte. Se levantaba su  destierro el 17 de abril de 1760, publicándose en la Gaceta de Madrid del 13 de mayo.
La Real Orden fechada en 4 de diciembre del mismo año rezaba.....que al Marqués de la Ensenada se le ponga en la Guía de Forasteros  del año 1761, por Consejo de Estado......con el goce y sueldo. LLegaba así su segunda oportunidad...... 
(fin de la primera parte).


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