Habían transcurrido ya cinco años desde que Rodrigo Pacheco de Osorio, Marqués de Cerralbo, desempeñaba el cargo de capitán general y gobernador de Galicia.
En una carta personal fechada el 19 de agosto de 1620 mostraba el hastío de su labor y el deseo de un nuevo destino para servir mejor a S.M., cosa que no se hizo esperar demasiado pues, apenas cuatro años más tarde, tomaba el barco que le conducía a Nueva España para ejercer de virrey.
El destinatario de la carta manuscrita a la que hago referencia no es conocido, sin embargo creo que estoy en condiciones de asegurar que se trataba de D. Diego Sarmiento de Acuña (Conde de Gondomar,) leonés de pro, nacido en Astorga en 1567 que, a la sazón, era embajador de España en Inglaterra y quien, al parecer, en círculos privados, mostraba también la tensión que le producían sus obligaciones laborales y el deseo de ser relevado.
Cargas laborales aparte, la cuestión es que aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, al Marqués de Cerralbo, hombre corpulento, se le antojó una jaca inglesa y tuvo la ocurrencia de escribir al embajador porque no tenía en aquel país ni amigos ni conocidos ni casa ni hogar.... Si bien es cierto que empezaba por disculparse por su atrevimiento, también exigía que el animal respondiera a una serie de características:
...jaca de buena persona (propietario distinguido), moza y sana que, cuando no sea muy linda, a lo menos sea ancha y que tenga el portante llano y de buen aire...Si además de todo ésto tuviese algún paso airoso, holgaría de ello...
Suplico a V.S. me haga merced de comprármela con estas calidades....y que tenga bastante talle para poder andar en ella en mejor lugar que La Coruña.
En el supuesto de que no concurrieran en el animal todas las virtudes que esperaba...., le perdonaremos algunas considerando que ha de traer a cuestas un hombre de mi tamaño.
Expresaba en la misiva la seguridad de que será buena la compra así en la bondad como en el precio que, por cierto, le abonaría un mercader de confianza que también se encargaría del transporte de la jaca.
Para finalizar, se permitía algunas reflexiones añorando una vida tranquila, la que ambos hubieran podido permitirse de no haber nacido en cuna de reputación. Abiertamente reconocía que si pudiera elegir apetecería un rincón y observaría el servicio a Dios con mas descanso y quietud, aunque con menos fruto, .....siendo ermitaño de Nuestra Señora de Cela.
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