Carlos I, como buen estratega además de soldado, tenía planes que pasaban por controlar algunos puertos del norte de Africa que él consideraba esenciales porque podían servir de coladero a las poderosas tropas del, infiel y siempre enemigo, sultán otomano.
Con los objetivos claros, el ejército español, comandado por el mismo rey, salía de Mallorca hacia Argel en octubre de 1541. En su apoyo venían tropas de Flandes al mando del duque de Alba y las naves del almirante italiano Andrea Doria.
El desembarco en las costas de Argel no pudo efectuarse en peores condiciones. La climatología adversa aconsejaba cautela pero Carlos I, tomando una de las decisiones mas temerarias de su reinado, ordenó un ataque cuyo resultado supuso para su ejército una derrota sin precedentes.
A la pérdida de vidas humanas se unió la de animales, naves, artillería y bastimentos, de tal modo que el rey, in extremis, se vio forzado a ordenar la retirada.
En el verano siguiente, olvidado ya el mal trago, los consejeros del reino comunicaban al soberano la necesidad de tomar medidas encaminadas a dotar al ejército de los medios necesarios, sobre todo caballos, para que fuera eficaz. Lo más socorrido, considerando que las arcas reales estaban en números rojos, era fomentar las donaciones de particulares ofertando, a cambio, una recompensa atractiva.
Siendo informado...que tras ...la Jornada de Argel que yo, el rey, hice el año pasado de 1541..., por razón de los muchos caballos que se perdieron y ahogaron en la tormenta, las tropas estaban desencabalgadas...
La respuesta no se hizo esperar y el 1º de agosto de 1542, en Monzón, se publicaba una Pragmática firmada de mí, el rey, y sellada con nuestro sello....mediante la cuál se ofrecía a todo aquel ciudadano que diese un buen caballo trotado para pelea...., pudiese toda su vida andar en mula ....y en otras bestias prohibidas, así por los pueblos como de camino.....
Para usar de este privilegio era necesario mostrar fe y certificación .....firmada de nombre y no de otra manera ...,la cuál se expediría una vez entregado el caballo a la autoridad competente antes del 15 de septiembre del mismo año.
Sin embargo, a pesar de que Blasco Núñez (veedor general de las guardas de S.M.)...dio algunas licencias para andar en mula...., de los caballos no se pudieron haber tantos que bastaren para cabalgarlos....Y porque temiéndose los avisos que se tienen (de) que el rey de Francia torna a hacer y juntar gente así de pié como de caballo para hacer el daño que pudiere a estos nuestros reinos...., el rey se vio en la obligación de redactar una Provisión ( 28 de febrero de 1543) mediante la que se abría un nuevo plazo para la donación de caballos que iba desde la fecha de la publicación hasta el 20 de abril de dicho año.
El señor licenciado Francisco de la Peña, vecino de Benvente, dio un caballo para encabalgar las guardas de S.M., el cuál por haberle dado goza de poder andar en mula...(Ávila 19 de abril de 1543).
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