En el mes de septiembre de 1665 el Papa Alejandro VII convalecía de una grave enfermedad que casi le cuesta la vida. Luis XIV, el Rey Sol, hacía lo propio tras una aparatosa caída de un caballo. Y Felipe IV de España empezaba el mes con una disentería que acabaría dando al traste con su vida el día 17, jueves. El cronista que informa por carta, a un destinatario anónimo, de los sucesos acaecidos en Madrid, refiere que después de muerto (el Rey) le serraron la cabeza para embalsamarle y estando haciendo ésto abrió los ojos, con que dicen (que) dijo un curioso: ha hecho en muerte lo que no había hecho en vida... Para recibir las honras fúnebres, el cadáver se colocó en un gran salón con seis altares a los lados además de otro altar mayor, donde se dijeron 800 misas en los tres días siguientes al del fallecimiento. Dícese que no se hallaron en palacio 1500 reales, coste del embalsamamiento, y que hubo necesidad de buscarlos fuera. ...
Entradas
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Corría el mes de enero de 1689 cuando los regidores de la ciudad de Barcelona se vieron obligados a acudir, a través del virrey, a las mas altas instancias judiciales del Estado para tratar de resolver un asunto, a la sazón, complejo. Desde hacía casi tres meses un ciudadano francés, mercader de estampas y alhajas, pululaba por la ciudad exponiendo su mercancía en el Pórtico de Santiago, que es el puesto más público y destinado para ésto. Acertó a pasar por allí un militar que dio aviso a la autoridad al comprobar que entre otras imágenes de los mayores príncipes de Europa, estaban en venta unas estampas vejatorias contra S.M. el Rey nuestro señor, que Dios guarde, Carlos II. Jaime Gibert, que así se llamaba el francés, fue detenido y puesto a disposición de un juez que no sabía muy bien qué hacer con el reo al no existir precedente de un delito tan atroz. Los expertos en leyes y doctor...
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Diego Sarmiento de Acuña, Conde de Gondomar, al que algunos autores atribuyen origen gallego y otros leonés -de Astorga- despertaba odio y admiración a partes iguales. Inteligente, culto y astuto supo desempeñar con éxito la labor diplomática que Lerma le había encomendado, seguramente para alejarlo de la corte, pues contaba con bazas suficientes para desbancar a éste del valimiento real. Su padre García Sarmiento de Sotomayor era hermano del Obispo de Astorga y en esa ciudad pasaba la familia algunas temporadas de descanso en sus desplazamientos desde Valladolid a Galicia, con lo cuál es perfectamente posible que hubiera nacido allí. Casó D. Diego dos veces y fue padre de siete hijos con su segunda esposa, cuatro varones y tres hembras. Las cartas que intercambiaba con su hijo mayor Lope Ambrosio Sarmiento, quien ejercía como portavoz familiar, descubren un personaje lleno de ternura que nada tiene que ver con la inquietante ...
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Habían transcurrido ya cinco años desde que Rodrigo Pacheco de Osorio, Marqués de Cerralbo, desempeñaba el cargo de capitán general y gobernador de Galicia. En una carta personal fechada el 19 de agosto de 1620 mostraba el hastío de su labor y el deseo de un nuevo destino para servir mejor a S.M., cosa que no se hizo esperar demasiado pues, apenas cuatro años más tarde, tomaba el barco que le conducía a Nueva España para ejercer de virrey. El destinatario de la carta manuscrita a la que hago referencia no es conocido, sin embargo creo que estoy en condiciones de asegurar que se trataba de D. Diego Sarmiento de Acuña (Conde de Gondomar,) leonés de pro, nacido en Astorga en 1567 que, a la sazón, era embajador de España en Inglaterra y quien, al parecer, en círculos privados, mostraba también la tensión que le producían sus obligaciones laborales y el deseo de ser relevado. Cargas laborales aparte, la cuestión es que aprovech...
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
Apenas tuvo tiempo Carlos IV para ocupar el real solio cuando decidió conceder al Conde de Cifuentes el Collar de la Orden del Toisón de Oro. El 15 de enero de 1789, desde el Palacio Real, el ministro Floridablanca comunicaba al interesado, por carta, la distinción de que había sido objeto así como la fecha que S.M. tenía prevista para el ceremonial de la entrega. Los gastos que llevaba aparejados la condecoración ascendían a 254 doblones de oro o, lo que es lo mismo 20.360 reales de vellón para pagar a escribanos, ayudantes de cámara del Rey o guardajoyas. A esta cantidad había que añadir otros 24.170 reales en propinas de alabarderos, lacayos, porteros, mozos de retrete, ujieres, ayudas de oratorio, guardarropas, escuderos... En resumen, la alta distinción no estaba al alcance de cualquiera ya que el propio interesado era quien afrontaba la mayor parte del gasto. En la misma carta se comunicaba que el Rey ha...
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
D. José de Carbonell y Fogassa, bibliotecario y maestro de idiomas de la Real Sociedad de Ciencias de Madrid, había contribuido a redactar, a mediados del siglo XVIII, las 50 Ordenanzas que regulaban el gobierno de la institución. Los ilustrados gustaban de atesorar, en las bibliotecas que regentaban, un buen número de libros impresos o manuscritos que, al fin y al cabo, constituían el único medio de saciar sus ansias de conocimiento. Carbonell, ilustrado y gran humanista, guardaba entre sus archivos un extracto, copiado de su puño y letra en el idioma del texto original - francés-, de las teorías que defendía el danés Corneille de Pauw en relación a las causas del color de los negros. Veamos algunas de ellas y juzguemos, antes de condenar, desde la perspectiva del siglo que nos ocupa. El líquido cefalorraquídeo es negruzco; la glándula pineal casi enteramente negra; el lugar de donde pa...
- Obtener enlace
- X
- Correo electrónico
- Otras aplicaciones
La obra de Gil González Dávila, historiador y cronista, Teatro de las grandezas de la villa de Madrid, publicada en 1623, fue duramente criticada siglo y medio más tarde. ¿ Por qué motivo?. Porque, al parecer, el autor se permitió falsear y magnificar los datos con el fin de dibujar una grandeza en la villa y corte que, en realidad, no era tal. Un corregidor puntilloso que, a la vez desempeñaba el cargo de juez de abastos de Madrid allá por el año 1788, además de hacer un censo poblacional muy fiable, con rigor y método se propuso registrar y contrastar todos los datos relativos al consumo del vecindario de la capital y, de esta forma, desmontar las afirmaciones de González Dávila. Cómo podía ser posible que en el Madrid de 1622 se necesitaran 410.000 carneros para el abasto de la población si en 1788, habiendo aumentado ésta de forma exponencial, 280.000 cabezas de este género de ganado eran más que suficien...