Entradas

Recien inaugurado el reinado de Felipe IV (1621), los nobles, en alguna de las recurrentes ceremonias palaciegas,   rendían  pleitesia y  juraban obediencia al nuevo rey.   No eran pocos los  miembros de la alta nobleza de la época. A saber, 23 duques Grandes de España, 19 marqueses y  condes con Grandeza, además de otros 48 marqueses y 69 condes sin ella. Todos ellos, unos más que otros, con influencia y poder, del mismo modo que los almirantes, adelantados, condestables, priores, obispos, caballeros de ordenes militares, consejeros..... Todo un abanico de personajes que tenían en sus manos el devenir político, económico y social del país. A nada nuevo asistimos cuatrocientos años después, salvo al cambio de nombres. Tradicionalmente los reyes solían agradecer, a los miembros de la nobleza,   los  favores recibidos otorgando privilegios que, generalmente, les eximían de pagar alguno de los tributos vigentes en el momento de la conces...
En 20 de octubre de 1592 está fechada una curiosa carta del Conde de Portalegre dirigida a su hijo de 14 años quien, criado como cortesano en Portugal, en su juventud pasará a residir en la corte de España.   El Conde, su padre, hace suyos ( y los amplía) los consejos que, en su momento, dirigió Juan de Vega (Virrey de Navarra) a su primogénito con motivo de su partida al servicio del Emperador Carlos I. Entre las recomendaciones sitúa en primer lugar la atención a los deberes religiosos oyendo misa cada día y confesando, al menos, tres veces en el año. Un caballero que se precie cumplirá siempre su palabra, no   lastimará a nadie a través de la burla ni hará  ostentación de sus aptitudes; deberá abstenerse de hacer gracejos y mover a risa. Juan de Vega anteponía el deber del trabajo a todo lo demás, dejando de dormir cuando fuere menester y comiendo mal y bebiendo peor.....E l Conde matiza esta recomendación porque las cosas han cambiado en los 50 años que...
Mediante una  Pragmática publicada el 14 de mayo de 1717 se prescribió y señaló para domicilio y habitación de los gitanos una serie de villas y capitales de provincia ( 42 en total), entre las cuáles se encontraba  León. En años sucesivos, las justicias encargadas de hacer cumplir las leyes, recibían frecuentes ordenes para que se aplicaran en la vigilancia de las familias gitanas, velando para que se ocuparan en los oficios que les estaban permitidos, no se vistieran con la indumentaria típica ni hablaran la lengua jerigonza o dispusieran solamente de aquellos objetos cuya posesión   no les estaba vedada. Con el paso del tiempo y el aumento de la población gitana, en los lugares  que residían no había ocupación para  todos y se dedicaban a vagabundear por otros vecindarios. A través de una Real Cédula de 30 de octubre de 1745 se mandaba publicar edictos y bandos para que todos los gitanos que se hallaran fuera de los términos  asignados, volviera...
Las carnes constituían una de las materias primas de  mayor consumo  en la alimentación de nuestros antepasados. Hasta hace relativamente poco tiempo así ha sido, por supuesto, siempre que la capacidad adquisitiva de los consumidores lo permitía. Pero eso es otra historia. En las casas de la Princesa de Eboli se gastaba dinero a espuertas. Altiva y gran amante del lujo, tras la muerte de su marido Ruy Gómez de Silva, el descontrol en la administración de su patrimonio acabó dando al traste con parte de él.  El coste de la buena mesa,  casi de ordinario con ilustres invitados, no era  problema para la acaudalada familia. Las copiosas cenas donde se servía  carnero  asado seguido de ternera, pichones y conejo, eran habituales. De entre todas las carnes que se consumían  a finales del siglo XVI,  destaca la de carnero por la frecuencia y la variedad de recetas en las que era utilizada.  Carnero para olla, carnero para cocido, p...
En medio de la celebración de un festejo taurino, un perro que se soltó de su dueño, se dirigió corriendo a ladrar a uno de los astados que, con natural instinto de defensa, respondió embistiendo al can.  D. Juan Francisco de Lujan, a la sazón Corregidor de Madrid y gran aficionado a las fiestas de toros, se encontraba entre los espectadores que asistían al evento. Era el día 2 de septiembre de 1766. Tal ira provocó este incidente en el referido Corregidor que, de inmediato, ordenó ahorcar al perro ante la estupefacción de la  concurrencia.  No es de extrañar que fuera mayúsculo el rechazo general del pueblo de Madrid a tan errónea decisión.  Sonetos y décimas anónimas circularon por la villa haciendo gala del ingenio de sus autores  y mostrando  la crítica más mordaz a la decisión del Alcalde. He aquí un ejemplo: Ante v. merced los perros todos que en Derecho haya lugar se llegan a querellar de un juez tonto hasta los codos: mandó ...
Diego de Morlanes, natural de Zaragoza, escritor, jurisconsulto, miembro del Consejo de SM. y  Lugarteniente del C. Aragones, durante algún tiempo de su etapa de formación residió en Lérida.  Era muy joven,  echaba de menos a su familia y deseaba que las extensas cartas que le escribía su madre llegaran con mas frecuencia;  necesitaba su beneplácito  en las decisiones que tomaba. Ni más ni menos que  cualquier otro joven del siglo XVI o del XXI. Aunque haya  que viajar al mundo  de  casi 500 años atrás (1549-1550), hay sentimientos  que el paso del tiempo no ha conseguido cambiar.  ¡Afortunadamente!.  Dña Isabel de Aymerich, madre de Diego, sabía escribir, lo cual ya era un privilegio. En sus misivas   contaba a su hijo, como cualquier otra madre, los detalles del devenir diario en la casa familiar. ...................................................................................................................
Cuando la economía está en horas bajas, hay que reducir al máximo el dispendio que pueden causar sucesos extraordinarios tales como la muerte de un ser querido o cercano. De tal manera que solo se permite llevar luto por el difunto a los parientes en grado próximo de consanguinidad (padres, abuelos, suegros, esposos...) y nunca durante  mas de seis meses. Los ataúdes no se revestirán con  telas ni colores sobresalientes ni de seda,  sino de bayeta, paño o lanilla negra. El clavazón ha de ser también negro, el galón y pavonado negro o morado. Sí se permiten, sin embargo, los colores y las telas de tafetán doble en los ataúdes de los niños. La disposición ordena también que no se vistan de luto las paredes ni los bancos de las iglesias durante los funerales, solamente se cubrirá de negro el pavimento que ocupa el ataúd y las hachas de los lados. Tampoco se puede exceder de doce cirios con cuatro velas sobre la tumba. Antes de celebrar los funerales, duran...